2. TEORÍAS HUMANISTAS DE LA PERSONALIDAD:
Los psicólogos humanistas creen que la vida es un proceso de apertura al mundo que nos rodea y que nos permite experimentar la dicha de vivir. Los humanistas destacan el potencial de la gente para el crecimiento y el cambio así como las formas en que experimenta subjetivamente su vida justo ahora, en lugar de hacer demasiado hincapié en la forma en que se sintió o actuó en el pasado. Este enfoque sostiene que todos somos personalmente responsables de nuestras vidas. Por último, los humanistas también creen que dadas ciertas condiciones razonables de la vida, la gente se desarrollará en direcciones deseables (Cloninger, 1993)
Estaba en total desacuerdo con el concepto freudiano del conflicto entre el ello egoísta y el superyó basado en la moralidad. Para Adler, la gente posee motivos positivos innatos y se esfuerza por lograr la perfección personal y social. Al inicio de su carrera, Adler creía que la personalidad se desarrolla a través del esfuerzo del individuo por superar debilidades físicas, un esfuerzo al que llamó compensación.
Aunque Alfred Adler empezó como un teórico psicodinámico, al final de su vida llegó a una visión muy diferente de la naturaleza humana que se centraba en el crecimiento positivo y la lucha por la perfección personal. Por esas razones, en ocasiones se dice que Adler fue el primer teórico humanista de la personalidad. La teoría humanista de la personalidad enfatiza que tenemos una motivación positiva y progresamos hacia niveles superiores de funcionamiento; en otras palabras, que la existencia humana no se limita a manejar conflictos ocultos
Carl Rogers (1902-1987),
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Afirmaba que los hombres y las mujeres desarrollan su personalidad al servicio de metas positivas. De acuerdo con Rogers, todo organismo nace con ciertas capacidades, aptitudes o potencialidades innatas, es decir, “una especie de proyecto genético al que se agrega sustancia a medida que la vida progresa” (Maddi, 1989, p. 102).
La meta de la vida es satisfacer este proyecto genético y convertirse en lo mejor que cada uno puede llegar a ser. Rogers llamó tendencia a la realización a este impulso biológico. El impulso biológico a convertirse en lo que podemos ser recibe el nombre de tendencia a la realización. Además de tratar de realizar nuestro potencial biológico, intentamos satisfacer nuestro sentido consciente de quienes somos, a lo que Rogers llamó tendencia a la autorrealización. Una persona con funcionamiento óptimo es alguien cuyo autoconcepto coincide estrechamente con sus capacidades innatas. La persona con funcionamiento óptimo generalmente fue criada con consideración positiva incondicional, pues tuvo la experiencia de ser valorada por los demás independientemente de sus emociones, actitudes y conductas. A menudo los niños crecen recibiendo consideración positiva condicional, es decir, están en contacto con padres y otras personas que sólo aceptan y valoran algunos aspectos de su individualidad. Esas personas tienden a desviarse de sus capacidades innatas para construir una personalidad más acorde con la forma en que son vistas por los demás.
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